miércoles, 3 de marzo de 2010
Para no perder la costumbre
Sócrates hace ver que los gustos, que son placeres momentáneos y pasajeros, nunca son satisfechos, y que el hombre que se sujeta a ellos vive caóticamente y fuera de la inteligencia. Las pasiones y los caprichos de los deseos nos conducen a una vida sin sentido, nos colocan a la espera de que alguien o algo nos apague nuestra sed. Lejos de ser libes y poderosos, somos, entonces, esclavos y dependientes. Inteligente, en consecuencia, es el hombre libre, el que se gobierna, y sólo él, por tanto puede gobernar a los demás, es decir educarlos y hacerlos inteligentes en ese autogobienrno que produce la libertad.
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